MÉRIDA

Mérida es la ciudad que me vio nacer. Es la capital de la comunidad autónoma de Extremadura y se sitúa en Badajoz. Tiene una población de 60 mil habitantes.

Mérida se caracteriza por su importante pasado romano. Se fundó en el año 25 Antes de Cristo por orden del emperador Octavio Augusto para servir de retiro a los soldados veteranos (de ahí viene el nombre de “emérita”). Siendo una de las ciudades más importantes de Hispania, disfrutó de todas las comodidades de una gran urbe romana y fue la capital de la provincia romana de Lusitania. Durante la época visigoda continuó siendo un emplazamiento importante, llegando incluso a ser su capital. Cayó en manos musulmanas en el año 713, donde permanecería hasta la reconquista cristiana en 1230.

El conjunto arqueológico de Mérida es tan imponente que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1993, y es de visita imperdible para todo el que disfrute con el tesoro legado por la Roma antigua. Cada peldaño, cada piedra, nos habla del pasado.

Mérida se divide en arquitectura romana, visigoda, musulmana y, por supuesto, actual. Dentro de las innumerables estructuras romanas destaca primeramente el Teatro Romano de Mérida, que data del año 16 Antes de Cristo y ha sufrido varias remodelaciones desde el 105, en tiempos del emperador Trajano, cuando se erigió el escenario actual, y otras remodelaciones posteriores entre los años 333 y 335. El teatro fue abandonado en el S. IV, después de que la religión cristiana se oficializara en el Imperio Romano y las representaciones teatrales pasaran a verse como algo inmoral. En la actualidad continúa al uso gracias al Festival Internacional de Teatro Clásico, que es el más antiguo que se celebra en España y es considerado uno de los más importantes de su género. Las representaciones se producen todos los años durante los meses estivales, convirtiendo el complejo en el que más años lleva al uso de la historia. El festival se remonta a 1933, y es seguido anualmente por miles de personas. El Foro Romano municipal de Mérida es otro de los importantes vestigios de la época clásica y constó de dos partes: el foro Municipal y el Provincial. De estructura similar al resto de los foros de la época, se compone del Templo de Diana (que data de S. I Antes de Cristo, dedicado al culto de esta diosa y en la actualidad el único que se mantiene en relativamente buen estado de conservación), el Templo de Marte (con cuyos restos se construyó parte de la Basílica de Santa Eulalia), el Pórtico del Foro (también del S. I y reformado durante el S. XX, sus restos se encuentran expuestos en el Museo Nacional de Arte Romano), una basílica (que estuvo situada frente al Templo de Diana) y unas termas. Otra de las edificaciones relevantes del foro es el Arco de Trajano, que sirvió probablemente para delimitar la entrada a las estancias provinciales. El Anfiteatro Romano se planificó junto con la construcción del teatro y se erigió poco después. Parece que data del año 8 Antes de Cristo y culminaba el proyecto de dotar a la ciudad de una gran área pública para espectáculos digna de su categoría política y administrativa. Aquí tuvieron lugar luchas entre gladiadores, fieras y hombres, y fue abandonado por las mismas razones que el teatro. El Circo Romano sirvió para acoger carreras de carros y tuvo una planta ovalada de 440 metros de longitud por 115 metros de ancho, consolidándose como uno de los circos más importantes de Imperio Romano, después del Circo Máximo de Roma. Estuvo al uso hasta el S. VI y en la actualidad solo quedan las ruinas, que sirven para adivinar sus dimensiones. El Acueducto de los Milagros sirvió para suministrar agua al lado Oeste de la ciudad. Asentado sobre el río Albarregas, se extendía a lo largo de doce kilómetros que tenían su origen en el embalse de Proserpina y pasaba a través de una galería subterránea excavada en la roca. El mencionado pantano se remonta asimismo a los orígenes de la ciudad, y su buen estado de conservación se explica por su uso recreativo, que ha garantizado que sus cuidados se hayan extendido hasta nuestros días. El Puente Romano está considerado como el más largo de la antigüedad. Antaño se elevó sobre el río Guadiana a lo largo de 62 arcos con una longitud total de 755 metros, que se han visto disminuidos en 34. Su construcción fue paralela al resto de la ciudad, en las últimas décadas del S. I Antes de Cristo y sufrió grandes destrozos a causa de las guerras y las crecidas del río. La última reconstrucción fue realizada durante el S. XIX. La Basílica de Santa Eulalia (conocida popularmente como “el hornito”) es un punto clave en el nacimiento del cristianismo en la península, y fue probablemente el primer templo cristiano erigido en Hispania tras la Paz del Emperador Constantino. La edificación rinde culto a la Mártir Santa Eulalia de Mérida, sacrificada por ser cristiana, y se convirtió en los comienzos de la Edad Media en un lugar de peregrinación. La Casa del Mitreo es una vivienda de finales del S. I e inicios del II situada fuera de las murallas de la ciudad, y es un ejemplo de casa romana, que incluye tres patios, un estanque y varias salas. La vivienda tuvo dos plantas.

El vestigio más importante de la Mérida musulmana es la Alcazaba Árabe, la fortificación musulmana más antigua de la localidad, remontándose al S.IX, junto al Puente Romano. Mandada a construir por Abderramán II, sirvió como bastión para controlar a una ciudad que se rebelaba contra el emir. Junto a ella se erige la Plaza de las Méridas, en honor a la Mérida extremeña, la venezolana, la mexicana y la filipina, con todos sus ciudadanos calificados como “emeritenses” bajo el amparo de diferentes culturas. Es una plaza tranquila, presidida únicamente por un monolito de color blanco donde reposa una placa que habla sobre la hermandad.

En cuanto a la Mérida actual, cabe destacar que algunos de los museos más notables de la ciudad son el Museo Nacional de Arte Romano, inaugurado en 1986 gracias a los fondos de la propia ciudad. En él se llevan a cabo las investigaciones de la cultura romana, además de su difusión. También se recogen los hallazgos arqueológicos y se celebran congresos, coloquios, conferencias, cursos y exposiciones, entre otras muchas actividades de ámbito nacional e internacional. El Museo de Arte Visigodo se asienta en el interior de la iglesia de Santa Clara, dentro del triángulo de la concatedral, el Ayuntamiento y la Asamblea de Extremadura. La iglesia perteneció al convento de Santa Clara, que se remonta a 1602 y es una de las mejores obras del barroco clasicista con el que cuenta la ciudad. En su interior se exhiben diferentes piezas de la época visigoda. La Calle Santa Eulalia es la calle más famosa, céntrica y de compras de la localidad, y desemboca en la Plaza de España, ambientada con terrazas y bares. En otros tiempos fue la plaza de mercado donde se encontraban las fuentes de agua corriente; también sirvió para representaciones teatrales, corridas de toros, procesiones y ajusticiamientos. La planta actual es neobarroca y data de finales del S. XIX. El Puente Lusitania fue diseñado por el arquitecto Santiago Calatrava e inaugurado en 1991. Cuenta con 480 metros de longitud, salvando al Guadiana a su paso por la ciudad. Confluye entre el Paseo de Roma (donde se encuentra la célebre estatua de la loba con Rómulo y Remo, fundadores de la capital italiana), la avenida José Fernández López y la calle Almendralejo. Junto al puente (de estilo muy vanguardista) se emplazan varias consejerías de la junta autonómica, la Biblioteca Pública del Estado, la estación de autobuses y el Palacio de Congresos y Exposiciones. La Plaza de Toros es un edificio pintado en granate y color crema que data de finales del S. XIX, y se emplaza en el cerro de San Albín. Durante su construcción se encontraron diversos restos humanos y objetos, incluyendo piezas del Templo de Marte.

Como suele suceder con los lugares cuya belleza e historia obviamos porque hemos nacido o residido en ellos, no tengo fotos “aparentes” con las que ilustrar la entrada, y las últimas de las que dispongo en formato digital son del año 2011, y no precisamente tomadas con calma. Me disculpo por esto, haciendo la firme promesa de que cuando vuelva a Mérida tomaré mejores fotos y con más calma, para demostrar su inigualable belleza.