Blogaventuras

Un poco de historia y vivencias personales de mis aventuras alrededor del mundo :)

PRAGA

Estuvimos en Praga del 28 al 31 de diciembre de 2018, aunque técnicamente fue solo el fin de semana, porque llegamos bastante tarde a la República Checa el 28 y nos fuimos el 31 por la mañana temprano. El viaje lo hicimos desde el aeropuerto de Stansted (Londres), ya que los otros aeropuertos cercanos ofrecen vuelos a otras partes del país pero no a la capital.  Para ir desde el aeropuerto hasta la ciudad hay autobuses que cubren el trayecto pero, por nuestro horario, la única opción era el taxi o el servicio de transferencia, que sale bastante económico, por unas 24 libras. Éste puede contratarse en la web oficial y un conductor privado viene a esperarte al aeropuerto con un cartel con tu nombre, y te lleva hasta el destino elegido. Si decide utilizarse el mismo sistema a la vuelta, es importante reservarlo con antelación, ya que no suele haber plazas disponibles de un día para otro.

Praga es una ciudad que puede verse muy bien en un par de días (aunque yo añadiría un tercer día) porque no es muy grande, y es muy bonita. Sin embargo, se ha masificado de tal forma que no es posible disfrutar de ella como en décadas anteriores. En la actualidad está a la altura (turística) de sitios como París o Roma, lo que encarece la calidad de los hoteles e infla los precios, sobre todo en el centro de Praga, donde cualquier artículo de primera necesidad puede costar varias veces más que en otro punto de la ciudad. Colas por todas partes, turistas de todos los países del mundo agolpándose para entrar en los mismos lugares son otros detalles que hacen de este destino un lugar un poco menos atractivo, pero eso no le resta belleza. Hay muchas rutas por internet para visitar Praga en 2-3 días, y todas ellas son muy fáciles de seguir. También recomendaría el canal Honest Guide Prague, porque el chico que lo lleva es original de la ciudad y ofrece bastantes consejos.

Praga me recordó a Polonia, o esa fue mi impresión. Quizás un poco menos oscura, y definitivamente más abarrotada. Praga es la capital de la República Checa y cuenta con un millón trescientos mil habitantes. Se encuentra en el corazón de Europa, entre Polonia y Alemania. La ciudad fue fundada en la última parte del siglo IX, con la construcción de un castillo en la ribera del río Moldava, y pasó pronto a ser el asentamiento de los reyes de Bohemia. La ciudad floreció durante el siglo XIV bajo el reinado de Carlos IV, que ordenó la construcción de la nueva ciudad, unió los núcleos urbanos en ambos márgenes del río a través del famoso Puente Carlos, el más bonito de Praga. Cuando Bohemia entró a formar parte de los dominios de los Hasburgo en 1526, Praga se convirtió en la capital de la provincia austríaca. Cuando se eligió a Fernando II, católico, como rey de Bohemia, esto causó la ira de los nobles bohemios, que eran protestantes. Fernando II envió dos concejales católicos para preparar su llegada a Praga, quienes fueron secuestrados y arrojados por una ventana del castillo, lo que se conoce como la Defenestración de Praga. Tal suceso desencadenó la llamada Guerra de los Treinta Años, que concluyó con la soberanía de las provincias alemanas, aun cuando estaban bajo el Imperio Germánico.

En 1918, como consecuencia de la Primera Guerra Mundial nació Checoslovaquia, y el nuevo presidente hizo de Praga la sede de su gobierno y la capital del estado. Hitler invadió Praga entre 1939 y 1945, cuyos habitantes asistieron a la persecución nazi del pueblo judío. Muchos fueron capturados y enviados a campos de concentración, donde la mayoría fueron exterminados. En 1945, los estadounidenses confundieron la ciudad con Dresde y la bombardearon, causando la furia de los locales. El ejército soviético liberó la ciudad días más tarde, y los ciudadanos checos se tomaron la justicia por su mano, causando la muerte de ciudadanos de origen alemán.

Tras la Segunda Guerra Mundial, la República Checa pasó a formar parte del bloque comunista, bajo la protección soviética. En 1968 estalló la Primavera de Praga, movimiento que quería reformar el inflexible socialismo soviético, pero que fue reprimido duramente con la invasión de los ejércitos del Pacto de Varsovia. En 1988 se anunció la llamada Doctrina Sinatra, que permitía que los países de Europa del Este hicieran lo que consideraran conveniente. Tras la caída del muro de Berlín en 1989, Praga abandonó el socialismo, y la Revolución de Terciopelo propició la caída del comunismo en el país. La Unión Soviética terminó aceptando de forma pacífica la desconexión, que se formalizó en la reunión de Praga del primero de julio de 1991. Dos años después, se produjo la división de Checoslovaquia, creando dos nuevos países: República Checa y Eslovaquia, pasando Praga a ser la capital de la República Checa.

Así que, como vemos, el aire “soviético” que Praga presenta en paralelo junto a Varsovia no es casualidad, como tampoco lo es que sus habitantes quieran pasar página.

Es fácil visitar la ciudad utilizando el tranvía, y la ciudad también cuenta con metro y con autobús. El billete (que sirve para todos los transportes) puede comprarse tanto en estaciones como en estancos, y yo recomendaría el ticket diario, que sale por unos 4 euros. Sobre el tema de sacar entradas para ver atracciones, creo que es mejor sacarla en directo en los respectivos puestos, porque es algo confuso intentar sacarlas por internet, y solamente pude ver la de la biblioteca Klementinum para sacarla con antelación y valía más caro que en el puesto. En la web del Castillo de Praga se habla de los toures disponibles y del precio (lo mismo que en la web del barrio judío) pero no se comenta cómo comprarlas por internet: es un hecho que hay que afrontar colas.

En nuestra visita de dos días pasamos por la ópera, la Plaza de Wenceslao (donde cayó el comunismo) y la Torre de la Pólvora (una hermosa torre de 1475, una de las más antiguas de la ciudad), porque quería ir primeramente a la tienda de material artístico de la marca Koh-I-Noor, que fabrica lápices desde 1790 y de la que soy gran seguidora. Después de esto fuimos hasta el Castillo de Praga, el cual se realiza con un tour que incluye otros monumentos como la Catedral de San Vito, la Milla Dorada o la Basílica de San Jorge. Nosotros escogimos el tour B porque era el que más cosas relevantes incluía, y también el más barato (creo que eran unos ocho euros por persona). La impresionante Catedral de San Vito recuerda a la de Colonia, repleta de gárgolas, se remonta al año 930 e incluye la capilla de San Wenceslao, que alberga sus reliquias. El castillo, sin embargo, resultó un poco decepcionante en su interior, ya que está vacío y es sobre todo de madera, sin detalles significativos aparte de la famosa sala de la defenestración. La Basílica de San Jorge se remonta al año 1185 y contiene la tumba de San Procopio, de cuya vida hay imágenes en las paredes. La Milla Dorada es un callejón lleno de tiendas pequeñitas de estilo medieval y de habitaciones donde se representa la vida en la antigüedad, en oficios como el de zapatero, y también una sala de cine.

Por la tarde ese día paseamos por el Puente Carlos, hermoso perro abarrotado, donde se agolpan pintores de caricaturas. También intentamos ir a la torre astronómica y a la biblioteca Klementinum, pero solo puede hacerse en un grupo con guía turístico, y ese día ya estaban todas las entradas reservadas. En vez de eso, nos fuimos al casco antiguo donde estuvimos viendo el ayuntamiento, el reloj astronómico y la preciosa iglesia de San Nicolás, donde en ese momento estaban ofreciendo un recital.

Al día siguiente fuimos al barrio Josefov, el barrio judío, y compramos uno de los circuitos que comprendía todas las sinagogas (menos la vieja-nueva) y el cementerio judío. La entrada puede sacarse indistintamente en la sinagoga de Pinkas (que está más cerca del metro) o en la de Maisel; nosotros la compramos en la de Pinkas, que es bastante bonita, y a pesar de que por todas partes dice que no se pueden sacar fotos o que hay que pagar extra para sacarlas, la gente las saca indiscriminadamente, pues no es posible controlar a todos los turistas. Lo que no puede hacerse es sacar fotos con flash. De la de Pinkas pasamos a la sinagoga de Maisel, donde había una cola increíble, nadie explicaba nada ni respondía con respuestas aclaratorias y la larguísima cola de gente para comprar la entrada se mezclaba con la de la gente que ya tenía entrada (una organización pésima). Tras media hora de viento frío y algo de lluvia, conseguimos entrar a empujones y quejas. La sinagoga de Maisel es la única forma de acceder al resto de las sinagogas, ya que el tour comienza ahí (por alguna razón la de Pinska está aparte del resto). Esta sinagoga no presenta nada especialmente relevante, pero atravesar el cementerio judío es sobrecogedor, con las lápidas distribuídas anárquicamentes, algunas de tamaño abusivo, otras más pequeñas, algunas anónimas y otras con nombres bien definidos. En el interior de algunas grietas se agolpan papelitos doblados con oraciones.

La sinagoga española es la más representativa, la más hermosa, de colores dorados. Esta sinagoga está inspirada en la vienesa de Leopoldstädter Tempel y su nombre deriva, probablemente, al hecho de que presenta un estilo morisco similar al de monumentos andaluces como la Alhambra. Data de mediados del siglo XIX. A un lado se encuentra la estatua del escritor Franz Kafka, a la que todo el mundo le toca los pies.

Por la tarde fuimos a la torre astronómica con el tour de las 4. Hay que subir una gran cantidad de escaleras y lo más relevante (la biblioteca Klementinum) que se encuentra en el primer piso no puede fotografiarse, aunque algunos tomamos fotos desde el cristal de la ventana paralela. Se muestra medio a oscuras, porque alberga tomos que tienen muchos siglos y que se enfundan en coberturas protectoras. Ya no está al uso. Al final de la torre astronómica se pueden sacar hermosas fotos de toda la ciudad, aunque para esa hora (en invierno) ya era de noche. El tour incluía la visita a la capilla de los espejos, donde tocó Mozart, pero por desgracia había un concierto y no pudieron enseñárnosla.

Por la tarde volvimos al casco antiguo y paseamos por calles comerciales hasta llegar al mercadillo de Trziste, donde se venden todo tipo de souvenirs incluyendo la figura del famoso Niño Jesús de Praga, las típicas marionetas y todo tipo de recuerdos. También hay muchas tiendas de cristal de la bohemia (como era de esperar) y de cosas que no tienen nada que ver con Praga, como las matriuskas rusas.

Como curiosidades, comentar que el agua del grifo de Praga es totalmente segura y de gran calidad, y que algunos de los supermercados que pueden encontrarse son, aparte del conocido LIDL, los británicos Marks & Spencer y Tesco y el local Billa, y también uno bastante económico que se llama Albert y que está en el interior de algunas estaciones de metro. La carne y el pan son bastante baratos al cambio. La moneda es la corona checa, más baja que la libra y el euro, y la gente mayor suele hablar alemán y ruso. El inglés no está muy extendido, así que, saliendo de aeropuertos, hoteles y tiendas grandes, la gente por la calle no se defiende muy bien, o no quiere intentarlo. Hay muchos restaurantes vietnamitas y tailandeses por todas partes, y también centros de masaje tailandés. No es una ciudad que pueda considerarse barata, aunque es evidentemente más económica gracias al cambio de la moneda. Hay que tener cuidado con los puestos de comida o restaurantes que venden “comida por gramos” porque es un timo del que sacan bastante dinero. Puede darse propina. A la hora de cambiar dinero, es mejor evitar el aeropuerto y las casas de cambio del centro.

En general, Praga es una ciudad segura, bonita, elegante, asequible. No me gustó el tema que he mencionado del turismo masificado, pero eso, en la actualidad, es difícil de evitar en cualquier parte. ¿Volvería? Sí, porque me quedan cosas por ver alejadas de los típicos puntos turísticos a los que va todo el mundo, y 95 coronas en el bolsillo (como unos tres euros y medio) que se me olvidó gastar, y que bien puedo usar para comprar más lápices 🙂

basilica san jorge

Basílica de San Jorge

catedral st vito

Catedral de San Vito

cementerio judio

Cementerio Judío

edificio bailante

«Casa bailante»

estatu kafka

Estatua de Kafka

mercado navidad

Mercado navideño

mercado trziste

Mercado Trziste

museo

Museo Nacional de Praga

old town

Mercado navideño del casco antiguo

praga nocturna

Praga nocturna

reloj astronomico

Reloj astronómico

sinagoga española

Sinagoga española

torre astronomica

Torre astronómica

torre polvora

Torre de la Pólvora

vista puente carlos

Vistas desde el Puente de Carlos

vista torre

Vistas nocturnas desde la Torre Astronómica

vistas escaleras castillo

Vistas desde la escalera de espera hacia el complejo del Castillo de Praga

 

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Esta entrada fue publicada el enero 4, PM por en Praga, República Checa, Sin categoría.